El Skateboarding tiene una escena plagada de inadaptados. Dicho en el buen sentido. Gente que desde que era pequeña vio que no encajaba con el resto de los niños. Que sus juegos no les hacían vibrar. Y un buen día apareció ese “juguete” que nos apartó instantáneamente del resto. Desde un principio entendimos que con aquel objeto, cada unopodía hacer lo que quisiese, no había reglas más allá de las propiasde cada uno. Sin necesidad de formar ningún equipo, por primera vez experimentamos el control total de nuestra diversión. Un sentimiento de libertad, de haber encontrado un lugar donde encajamos, se hace fuerte y nos hace patinar de forma obsesiva y se abren las puertas de un mundo repleto de aventuras, viajes y amistades que forjarán nuestra personalidad.

Ahí fuera hay miles de historias que están esperando a ser contadas, que suceden día a día, cada vez que abrimosla puerta y salimos a patinar, ya sea en nuestra plaza de todos los días o a miles de kilómetros de distancia. Como un reflejo de la vida misma, podemos encontrarhistorias de éxito, divertidas o que no lo son tanto. Para bien o para mal, cada skater tiene unas pretensiones y el conseguirlas o no, es camino en ocasiones muy duro. Danger Dave nos muestra de una manera cruda cómo David Martelleur afronta la realidad de no haber llegado donde inicialmente deseaba. Llegar a la élite y mantenerse es tarea complicada, y como es de imaginar, muchos se van quedando por el camino, como si de un proceso de selección natural se tratase. Ver de una manera tan directa cómo un skater concreto vive esta situación en primera persona es, sin duda, impactante y nos muestra la crudeza de una realidad que pocas veces es contada. SERGIO MARTÍN