Xiao Lei regresa a casa de su abuelo. El complejo residencial y la familia siguen siendo los mismos, pero ahora hay arrugas en los rostros de los padres. Xiao Lei, que nunca deja sus nunchakus, ha crecido. La vida en la pequeña casa del abuelo siempre fue tranquila y lenta, incluso las triviales rutinas diarias entre los miembros de la familia son agradables y cálidas.